martes, 20 de junio de 2017

Imágen y fidelidad. Beach House, "Bloom" (2012)







"A lot of people listening to music now just go, 'Good tones…' and that's it. But we're obsessed with
songs. Sometimes, I feel like people aren't even listening to our songs, they're just listening to the sound."


(Agradezco la escucha a Hernán S., una tarde demolida en el departamento demolido de Pino)

Victoria siente el frío apoyándose en sus dedos, los mira y dice:

“Help me to name it
Help me to name it”

Transcurren los segundos y desde el público se la ve inmóvil, con las yemas suspendidas sobre el teclado. Atrás, sobre una meseta enrojecida del desierto de Sonora, una bola enorme parecida a una estrella se hunde, despacio, en el horizonte.

El público aguanta la respiración. Ella mira hacia atrás. La chancha se enciende. La tensión sube. La velocidad aumenta y la guitarra de Alex comienza a pasar al frente. Todo lo indica. ¡Y BAM! Entonces arpegia y se escucha:

“Found yourself in a new direction
Eons far from the sun”

Ahí mismo, tema uno y ya hay uno de esos picados tipo esmerejón cazando una golondrina para sumergírte de nuevo en el océano sonoro que es Beach House.

Lo reconozco: las comparaciones son siempre una tentación, sobre todo para una banda que algunos anons dicen es sucesora espiritual de Cocteau Twins --Guthrie mismo les lanza algunas flores y miguelitos-- y sobre todo con casi doce años de recorrido y seis discos de estudio. Brevemente:

Hay algo de shoegazing en BH. Sí. Se la compara a Slowdive. La voz de Victoria suena bastante así, y las guitarras punteadas y elongadas de Alex son una máquina del tiempo programada en los ‘90. Pero BH no pretende complacer ni ser "retro".

Ambos se conocieron en 2004 por un amigo en común. Beach House se conformó a finales de la primavera de 2005, y desde entonces trabajan juntos y por su cuenta: Alex es carpintero y Victoria bartender.

En 2006 sacan su primer disco de estudio, después de algunas presentaciones teloneando bandas como Grizzly Bear y Clientele. Acá voy a trazar mis líneas. Su primer disco es el comienzo del segundo. Ambos discurren por el mismo camino. Es recién con “Teen Dream” que BH se hace lo que vuelve popular a la banda: un emblema del dream-pop anglosajón.

“Bloom” sigue entonces a “Beach House” y “Devotion” como la primavera al invierno. Mientras “Teen Dream” todavía conserva cierta calma transitiva, “Bloom” se sostiene todo el tiempo arriba. Es consistente. Es mucho más grandilocuente en los arreglos que Beach House --se rumorean cuatro grabaciones de sonido ambiente en el disco, una de las cuales es el aullido de un coyote-- e incluso más potente que “Teen Dream”. Creo que tiene que ver con una presencia decidida de la batería, finalmente. Sí: a las bases electrónicas y sampleadas se suma ese batir constante, bases que son periódicas como un motor.* Entrar ambos pies en la avioneta y arrancar la música. Levantar vuelo, y entonces preguntar: "¿A dónde vamos?" Como sola respuesta recibir el bife de una pared de aire, una enorme franja del cielo cargada que se abre y ensancha y la puta... Es inmensa. La cualidad espacial de cualquier tema de Beach House --léase desde el homónimo de 2006 a este disco y los posteriores-- es alabable.

El sonido. Síganlo. Es un cuerpo, como algo que se escapa y huye entre hierba alta y árboles.

...

También creo que hay una declinación melancólica en la voz de Victoria Legrand que se explica perfectamente por la declinación, equivalente, en la comisura de sus ojos. Si se la observa con detenimiento un minuto, a lo mejor dos... entonces llega el convencimiento. Saber que está transmitiéndola con la voz.

...

(Take 2)

Hay dos formas de escuchar un disco: como algo homogéneo o por partes. El dúo baltimoreño de Alex Scally y Victoria Legrand es de un sabor tan parejo como el azúcar, e igualmente versátil en sus términos. Realmente creo que tiene una cualidad organoléptica gustativa, parecido a una naranja fragante pero demasiado dulce. Casi ácida, como un dulce hecho con fruta pasada.

Creo que lo mejor del disco llega en la segunda mitad.
A partir de "Troublemaker" se deshacen un poco [[[(AB)USA LA MISMA IDEA DE LA PRIMERA MITAD DEL DISCO, ES EL TEMA QUE LA LIQUIDA Y EL MÁS SOMBRÍO JUNTO A «NEW YEAR»]]] “New Year” se anima ya a un montón. Un tema absolutamente hipnótico, de fondos texturados y luctuosos, loops de guitarra a morir y la voz de Victoria saltando al vacío.

La banda produjo un video con cuatro temas del disco que alimenta perfectamente la imaginería de su música con muchos de los adjetivos que acabo de usar. (*) El sonido de un motor diésel y el vértigo de estar despegando en un avión --¿por qué no un biplano?-- me hace pensar en campos que se alejan y en un panorama inmenso de la tierra. Me hace, pienso, por efecto de la persecución continuada del cuerpo que se escabulle en inmensos montes, pensar en la suavidad con la que el relieve parece jugar cuando uno se eleva lo suficiente. Nunca te dejan caer.

Nunca.

Es siempre la sombra de ese biplano sobre el relieve de un campo verde-amarillo incalculable de Francia, Santa Fe o Carolina del Norte, continua, variando su tamaño con el tiempo, velocidad de crucero.

(Volviendo)

BH es una banda que no pretende ser banda de hoy. Sostienen una ética de trabajo. Son dos músicos con un proyecto común --no se aman ni nada más o menos carnal-- y un perfil similar. Rehúsan contar historias de amor, pero sus canciones fuerzan la búsqueda de emociones afines por el espacio negativo y las imágenes que evocan. Hay algo de eso. Y si pretenden bajar de ahí arriba recomiendo dar otros dos pasos en su carrera y escuchar “Depression Cherry” y “Thank Your Lucky Stars”.

En fin. Se viaja muy bien con esta música. Es pop aglomerado e intenso, vibrante.

Ojalá lo disfruten tanto como yo.

JMO

Irene [FLAC]


miércoles, 14 de junio de 2017

Matthew Dear, "Black City" (2010)




"Love me like a clown
Love me like a clown
Love me like a clown"


Otra de tejanos.

Matthew Dear nace en Kingville, Texas, en el '79. De pibe todavía, habiéndose mudado a Michigan, lo fascina el sonido del Detroit Techno. Co-funda su sello discográfico con Sam Valenti IV, Ghostly International, y comienza a producir sencillos que son éxito en las pistas de baile y eventualmente un primer album en el '03, "Leave Luck to Heaven"
"Black City" es un disco subterraneo --como el club nocturno "Rectum"-- masoquista y hermoso. El primer tema, "Honey", es deslizarse hacia algún lugar más adentro, oscuro. Los ecos y las cavernas. En "I can't feel" se puebla más el espacio, y empiezan a apilarse varias bases. Recién con "Little People (Black City)", una enorme pieza que consta de tres partes bien distintas, el disco reclama rápidamente su territorio. Está en penumbras y la atmósfera está prendida de electricidad, lo habitan personajes recurrentes y darle vueltas a esta metrópolis insomne e imaginada es el viaje. El disco tiene un ritmo implacable, y diría que carece de silencios. El descenso se hace notable, no obstante, ya en el ante último tema. "More Surgery" sugiere una regularidad maquinal de carne, sorda. Dice: "This local sedative / Makes total body slow / Alter genetics / To make my body glow / I'm not too critical / That's just the way to grow / I need more surgery / There's so much more to know" Toda una distopía --todo un disco, si me preguntan-- para tener de fondo cualquier noche.
 
Después llega "Gem", una balada larga y flotante, y para mí, agotadora (está cansada, como todos los demás temas con la misma voz monónotona de Dear), y el cierre. Gracias a dios el cierre. No podía esperar para dejar este disco atrás. Lo escuché tantas veces --tantas--, hace siete años que lo escucho, hasta en la ducha lo escucho, y ahora no quiero saber más nada. Nada.

Finalmente lo entierro para mí y lo entrego a los demás.

JMO

Slowdance [FLAC]




viernes, 9 de junio de 2017

La larga noche del post-rock. Slint, "Spiderland" (1991)



"I too am tired now
Embracing thoughts of tonight's dreamless sleep
My head is empty
My toes are warm
I am safe from harm"


 

Recuerdo que en una vieja revista Rock De Lux circa 1992-93 salía una corta reseña del disco de Slint  "Spiderland" junto a la portada del disco que es una fotografía sacada por el ahora ilustre Will Oldham amigo de la banda. En ella se los ve en un río mirando sonrientes a cámara, con unas barracas altas y rocosas de fondo, en un sobrio paisaje retratado en película blanco y negro. 
Esta banda y este disco pasaron desapercibidos en su momento entre las ciento de bandas buenas y de las otras que pululaban en la gran industria de rock de habla inglesa. La presencia del reputado Steve Albini que había trabajado en el anterior disco llamado "Tweez" y que los elogiaba y apoyaba les daba crédito. Al igual que Kramer otro productor estrella de la época también solía trabajar con bandas excitantes, originales si se me permite la expresión. Si ellos estaban ahí "era por algo"...
El disco que sale en 1991 es revisado poco tiempo después por el periodismo musical cuando ya la camada de bandas que la prensa etiquetaba como post-rock era reconocido como inmediato antecedente de todas ellas.
El género  post rock contenía un abanico de características que se hallaban entre otras en el lejano "progresivo" pero que en algunas bandas estaban más tamizadas por "lo punk" en cuanto su prescindencia del virtuosismo instrumental y el acento puesto más en la expresión, en el gesto . 
Slint estaba alimentada por el hardcore según se puede percibir, arriesgar.
La tensión en su música es permanente. Las guitarras cortantes dejan escapar aire cuando la voz chilla breves y lamentosas palabras. La contundente y persistente presencia de el bajo y la batería guían el camino, la dirección tomada. Y cuando la guitarra y las voces se crispan solo son por unos segundos. Las bases retoman el control.
Todo parece enclaustrado. En el hardcore yanqui anterior el de los 1980s, la música daba cuenta de las neurosis en los hogares del imperio. Un tremendo malestar existencial, social, viraba para el lado del alcoholismo, las drogas, las armas, la idea del suicidio, eso contaban las historias speedicas en las canciones. O sea lo que nunca dan cuenta las investigaciones académicas o las películas o series de tv que día a día nos alimentan.
El disco transcurre pues, en seis temas de introspectivas historias, que la voz y la austera sonoridad hacen reprimir la explosión, o al menos sosegar. En su música trazan muchas coordenadas de lo que a posteriori bandas como Mogwai tratarían de desarrollar quizás desde otro lugar. Lo que se dice en las canciones, lo que se declama parece sumido al sonido y siempre a punto de retirarse. En el post-rock muchas bandas directamente excluyen/excluyeron las palabras y se manifiestan solo en el sonido de los instrumentos.
Slint pareciera querer comunicar algo escuetamente antes de retirarse y así lo hacen. Decir lo justo. Solo lo justo.


Washer [24-96 FLAC]
Washer [FLAC] 




miércoles, 7 de junio de 2017

Cocteau Twins, "Blue Bell Knoll" (1988)



"There, you can have my youth, I know I have loved"


La primera vez que escuché Cocteau Twins o antes estaba echado, semi-despierto, profundamente intoxicado y recobrando el espacio pedazo a pedazo: techo alto, manchas de humedad, pilas de papeles y libros, y R. entonces dice "¿No escuchaste Cocteau Twins?" y seguro que después dejó el Gitane a medio consumir en el cenicero, clavó las manos frente al monitor y le dio play a "Heaven Or Las Vegas"

Singulares las noches cuando engendran algo tan luminoso.

La discográfica de Ivo Watts-Russell, 4AD --que dio cobijo y orientación a Bauhaus y Pixies, entre otras maravillas-- se describe a si misma en una larga nota publicada en su sitio como marcada por un estilo "hermoso, oscuro e insular" profundamente definido por la relación de diez años que mantuvo con Cocteau Twins. La atmósfera melancólica es un sello de CT. Si en un período de cuatro años que comienza con "Treasure" en el '84, atraviesa "Victorialand" en el '86 y llega al '88 con esta producción, es posible producir tres obras (no cuento acá su colaboración del '86 con Harold Budd) tan evolutivas, creo que es solo porque se reúnen bajo un mismo signo. Y es que a partir de "Blue Bell Knoll" CT encuentra una meseta que explorar. Nuevamente como con Portishead hay una cuestión identitaria inconfundible en la voz de Elizabeth Fraser. Le dicen a Robert Guthrie [https://www.youtube.com/watch?v=8dT6yut5sgk], después de que haya mencionado las dificultades que tuvo Cocteau Twins en 4AD, que todo aquello no pareció afectar la calidad de su trabajo por entonces. El dice que es gracioso, pero no, con la mirada ausente, hacia adentro. Es que eran pibes, y en las grabaciones recibían, según cuentan Raymonde y Guthrie, muchos "chirlos". Su papel era el de la banda joven, y detrás de las consolas los adultos mandaban. Finalmente pudieron montar un estudio propio y, en efecto, fue producido enteramente por ellos bajo el sello de 4AD. 

El nombre que recibe el disco fue tomado por Fraser de un pico en el sur de Utah. Este álbum está en ahí lo alto. Es un disco aéreo, que toma vuelo gracias a las guitarras de Guthrie, siempre tan afecto a lograr atmósferas. La voz de Liz se despega de la bandada y toma rumbo propio, pero sin huir, juntos y libre. Es admirable.

Sonido de aleteos. Fragancia frambuesas. Todo lo que se transmite tiene esa cualidad: etérea. Correcto, es un adjetivo remanido para CT. No me importa, le va como anillo, y no me gusta embolsar en géneros, pero trazando la linea y dentro de mi corta escucha es Beach House una de las bandas que mejor logra encaramarse en esa tradición que alguna vez en los '80 dijeron "dream-pop" y acá evoca "etérea".

Es verdad también que me gustan los discos "álbum", los que cuentan historias, y de a momentos se me hace un pelín aburrido Blue Bell Knoll. No es que no tenga momentos, es puro "momentum", pero el fondo climático más interesante quizá sea el del primer tema, y las promesas posteriores se alinean todas, cielo abierto, con pocas tensiones.

Los pibes lo disfrutaron un montón, entonces aún lo hacían, y eso al menos, se nota. Acá está lo que dejaron.

JMO

Spooning Good Singing Gum [FLAC 24-96]
Spooning Good Singing Gum [MP3 256]