jueves, 28 de junio de 2018

Desarreglo de palabras sobre "Nothing feels natural" de Priests (2017) + el disco, que es lo que importa.



"Feels good to buy something you can't afford"

Conecto el celular a los parlantes. La ficha, cromada, encaja placentera en la ranura. Siempre es placentera. Ofrece una leve resistencia, dos veces, y después *clack*

Ya está. Subo el volumen. Aprieto .

Empiezan. Priests, de Washington dici, 2017, primer album de estudio de una banda ensamblada en 2012. En USA todo está penetrado por el campo semántico del complejo militar-industrial y el márketing, especulo. Pero sobre todo por el dinero. Y elles padecieron con sus trabajos de tiempo completo y las sesiones interminables, una vez que quisieron hacer viable la banda, todo el peso de lo que eso significa. Tuvieron finalmente que fundar su sello, Sister Polygon Records.

"Music is inherently political, everything is political," Greer says. "So to say that music is political is like saying music has sound. It's saying nothing."

Daniele y Greer se conocieron en 2011 estudiando, y pegaron onda rápido. Jaguar (¡JAGUAR!) amigo de Greer se enganchó enseguida en viola, y Mulitz se copó en una feria de comics donde conoció a Jaguar.


Al principio, cuentan, solían subir a los escenarios (o no), lanzarse 10 minutos en caída libre, y bajar, dejando al público abrasado y sin aliento. Es la actitud que ya traían, pero que lograron pulir como banda, musicalmente. En 2014 lanzaron un EP, "Bodies and control and money and power" y todo fue terrible, pero se tomaron su tiempo. Cuenta Mulitz que el EP estaba orientado a capturar el sonido del en-vivo, pero que cuando empezaron a grabar lo que luego sería NFN no pudieron ponerse de acuerdo. La energía de las pibas era plena y escénica, pero Jaguar y Mulitz querían repasar las grabaciones una y otra vez y eso se volvió un problema para todes. Los tiempos se alargaron, los jefes les gritaban, elles "Fuck you!" a todo el mundo y bueh. Así parieron "Nothing feels natural", sin ceder a las presiones externas de la atención lograda en el primer EP y abortando todo lo que no querían ser en el camino.




Notas varias sobre los temas:

"Aproppiate", tema con que abre el disco, son ellas dos al centro y adentro: la batería implacable de Daniele y la voz filosa de Greer, a quienes alineadas se incorporan Jaguar y Mulitz. La melodía se hace patente en el modo en que Greer te interpela, hasta deshacerse antes de llegar la mitad, como una ruleta que se hiciera pedazos escalera abajo. Un estruendo inmenso que se apaga y queda pendiendo de la cuerda del bajo. Susurra: "Yo, yo. Yo yo yo yo. Yo...Yo trabajé tanto para no tener más amigos como vos"

Un saxo tenor hacer chirridos y se escurre entre las melodías vocales mientras el ruido crece y crece hasta que el final es un desastre, en el mejor de los sentidos.
Y así comienza el disco.

"JJ" es puro movimiento desde el segundo uno, un homenaje reconocido al surf rock de los Dead Kennedys y B-52, pero 60 años después, cuando las ilusiones lavadas de los Estados Unidos de posguerra parecen una pesadilla con Trump al frente. El video del tema está inspirado en algo hecho por Kanye West (no me pregunten qué, ¿pero vieron alguna de su hiperproducciones?) pero a posteriori reconocen Daniele y Greer estar desilusionadas del sujeto por lo que suele develarse en estos tiempos: es un machirulo, y encima apoyó a Trump.

"Nicki" es el tema que podría sonar de fondo en al fiesta de "Los años intoxicados" de Mariana Enríquez. Una declama de chica punk empoderada, en los '90 deshaciendo todas las imposturas prefabricadas a fuerza de degradación limpia. La voz de la frontwoman retrocede y vuelve al frente, y la guitarra de Jaguar hace barridas ruidosas y oscuras de acordes. Es perfecto.

"Lelia 20" toma su nombre de la encantadora actriz en la opera prima de Cassavettes, "Shadows" y repica en fusas con una Greer más contenida y oscura. Se percibe la colaboración de Janel Leppin en cello y bases electrónicas, y la aceleración vertiginosa que aporta Daniele de a momentos.

"No Big Bang" es una interpelación. Se siente así, porque, bueno, nos habla. Dice de acerca de las charlas profundas y el abismamiento ante la muerte. Dice que el progreso asusta. Dice, al final, que antes que morir, quisiera deshacer el nacimiento (y el universo) en una enorme negación. No. Big. Bang.

"Interlude", un pieza de cámara, compuesta por Janel Leppin, para cello y sintetizador, abre la segunda mitad del disco, y parece la continuacióna argumental del tema anterior: una sopa primigenia y melancólica.

"Nothing feels natural", el tema que da nombre al disco, tiene el pedal del bajo de Mulitz y la voz melodiosa de Greer como protagonistas. Más tarde Jaguar acerca efectos que recuerdan a Interpol ¿Pero qué corean? ¿Qué dice la letra?

"Pink white house" (qué iba a llamarse "Airlock" por "Alien: el 8vo pasajero") se aproxima a Sonic Youth y a la desazon posguerra fría de los hijos de la clase media estadounidense. El tema se centra en su ruptura, tanto en lo musical como en lo visual, que es donde irrumpe el subtono de pesadilla americana. Todo termina en un ruido abrumador. El video está inspirado, indirectamente, por la pintura renacentista y barroca que influencia la filmografía de Peter Greenaway  (vease "El libro de Próspero" del director o "Las bodas de Caná" de Veronese)

"Puff" es el bicho raro en el disco. El tema es musicalmente un abandono de la melodiosidad como en los Tape 1 y Tape 2 de la banda, volver saltito furioso estudiantil, una regresión. Pero considerado desde la letra, parece sostener con ironía una tesis aceleracionista y controvertida, respecto de la elección de Netanyahu en Israel y el advenimiento de "plagas nunca antes vistas"

"Suck" es el último y, en mi humilde opinión, el mejor tema junto al primero. Es el punto que se une finalmente con "Aproppiate" trazando una curva evolutiva que es sinécdoque de todo lo que la banda hizo hasta este disco desde 2012, la condensación justa de un ritmo desarrollado, una melodía capaz de apelar y una energía que siendo rabiosa aún, se corre de los lugares comunes del disco y tiene un carácter tenaz y luminoso. Me encantó.

JMO

lunes, 12 de febrero de 2018

Vamos a perdernos. Royal Trux, "Cats and dogs" (1993)



Al momento de salir el album "Cats and dogs" la pareja conformada por Neil Hagerty y Jennifer Herrema lidiaban con entusiastas adicciones que los habían llevado a padecer miserias, enfermedades y ciertos despojos materiales, como vivir en la calle y en la indigencia mientras, en cambio, el sacudón opiaceo colmaba de placer sus centros encefálicos. 

La adicción requiere la entrega total. 

Algunas bandas colegas y de cierta cercanía declaraban su rechazo a ese tipo de hábitos. El rigor y el profesionalismo de una banda en ciernes exitosa no debía agendar esas desviaciones. La extraordinaria obra de esta banda no puede dejar de sopesarse por estas contingencias en las vidas de estos jóvenes talentos. Teniendo en cuenta que Hagerty había tocado en la seminal banda Pussy Galore junto a Jon Spencer, el capital artístico con el que contaba y su ambición eran ya frondosos. Jennifer Herrema tenía solo 15 años cuando se unió a la aventura Royal Trux. Su voz carrasposa y su sex appeal roto se ensamblaban justo con esa música avant garde que se introducía, como tantas otras veces, en las tradiciones de la música negra norteamericana y que a los blancos les gusta intervenir con asombro por la cultura que esa colectividad parió. Porque del dolor y el sufrimiento de millones de esclavos negros arrancados de la lejana África y que fueron decisivos en la construcción de la riqueza y el poder de ese Estado y ese país, surgieron los ritmos seminales que signarían los cánones de la música de EEUU y de los próximos decenios. El rhythm & blues significo para Royal Trux una profunda lectura de esas raíces y que sirvió como puente traducible de sus vidas y sus expansiones por la mente y la experiencia de la heroína. 

Los discos previos habían sido tres: "Royal Trux" (1988), "Twin infinitives" (1990) y "Royal Trux" (1992) Cada uno de ellos documentó lo que en sus vidas ocurría. En todos ellos el sonido se difumina brumoso, de a ratos chatarrero y deriva en una componente vaga, haragana, disoluta. Alucinación, pesadilla y extenuación. Los estados del goce que lanzados llevaban adelante y perseguían. Acompañados por una sección percusiva llana, sintetizadores, guitarras apenas rasguñadas, mezclas de cintas enmarañadas en sonidos incordiantes y las dos voces emergiendo de esos extravíos. Los tres discos son obras singulares, unidades orgánicas en las qué, en conjunto, se percibe atesorada la experiencia de la droga y la ambición de proyectarse más allá de los límites de la conciencia.

Desde ese punto surge el extraordinario "Cats and dogs" en 1993. Un punto donde las fuerzas y las maravillas del goce se reconvierten en mero atasco de lo que ya no vuelve como placer o ensueño. O de terror y escalofrío. Ya no pega. La droga se convierte en ilusión y recuerdo. El paraíso perdido. 

“Cats and dogs” es la mera enunciación de lo ya visto en terrenos recorridos con ahínco y ardor. Hasta se me antoja que es el fin de una etapa y el comienzo de otra. El primer tema "Teeth" arranca extenso, árido y deja sentada la base más fuerte de su música de aquí en adelante: la de la arenga. Las voces de la pareja se atropellan en una suerte de hip hopeo "a lo Royal Trux". Cadencioso y urgente. Los Rolling Stones son una referencia ineludible que se hace notar, pero sin groove mediante, suena a mal viaje. No hay "gusto", ni paraíso, ni caliente, ni frío. Solo una quietud seca y estática que los arranques arenguísticos no pueden disipar. 






"Estoy sobre una cama de piedra o arena y no hay manera de levantarse. Las fuerzas me han abandonado y solo puede relatarles lo que recuerdo, solo de a ratos". 

Desde una solemnidad no deseada el disco transcurre como un cansino brevario opiaceo y volitivo. Las palabras testamentarias y la arenga reaccionaria. De reacción y de languidez. La guitarra de Neil es el volante que maneja en las curvas de esta carretera, no hay bajo ni lo va a haber hasta el próximo disco. Hasta ese momento esa linea no estaba presente en ninguna de las grabaciones de Royal Trux. Guitarras, percusiones, batería y las dos voces que se mimetizan y se funden en una. El tufillo maquetero que tanto se le endilga a la banda se reafirma en ese decir fragmentario y agónico. No hay discurso, solo espasmódicas arremetidas en forma de arenga. Filoso, perfecto. 

La selección de temas es ideal y se van acoplando uno a uno:

“Teeth”
“The flag”
“Friends” 
“The spectre” (tan stoniano)
“Skywood grernback mantra”
Los dos temas centrales “Turn of the century” y “Up the sleeve” donde lo extático se vuelve estático, 
“Hot and cold skulls”
“Thigth pants”
"Let's get lost"
 y el sublime final: “Driving in that car”



Se me ocurre que hay una similitud de este disco con el "Isn’t anything" de My Bloody Valentine en cuanto al impulso dinámico que toma, su tempo, similar en el armado del disco y el resultado final. Con diferentes búsquedas, claro está. 

Si nos metiéramos en camisa de once varas o en arrogantes disquisiciones se podría arriesgar que fueron la última banda que intentó acabar con el rock ‘n roll asestándole golpes y navajazos directos a los órganos vitales del género. A la vez que resucitaban de él lo rancio, lo sucio y valiente que supo tener. La última gran banda de rock en ser peligrosa, destructiva.

El vínculo amoroso de la pareja, persistente 16 años, es un factor decisivo en la historia que ellos sellaron mas allá de contratiempos, vicisitudes y demases. Las historias que se construyen en las epopeyas cotidianas o en los lapsos que la historia remarca como vitales dejan de lado las rencillas que los pequeños egos aplastan con la miopía que el tiempo deja olvidadas. 

La prensa del negocio de la música nunca mostró demasiado interés en este disco y en esta banda, en cambio envalentono propuestas artísticas conservadoras que les sirvió para etiquetar y lanzar una escena que insuflara nuevos aires en el show bussines de la época

No teniendo Royal Trux recordatorios ni grandes palabras para el museo rockero, continúa en secreto y permanece hoy como "un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores..."