"Esteja alerta para a regra dos três:
O que você dá retornará para você.
Essa lição você tem que aprender.
Você só ganha aquilo o que você merece"
"Sé consciente de la regla de tres:
Aquello que das te será devuelto.
Esta es una lección que tienes que aprender.
Solo obtienes aquello que mereces."
Diez años.
Desde el mítico concierto en Roseland ("Tierra de Rosas") diez años.
Portishead, banda hoy perimetral, noventosa, fácilmente ignorable, ahí está: diez años después de un concierto digno de su fama produciendo un nuevo disco.
Eso fue hace diez años.
¿Seguimos contando?. Nah. Vamos a la música.
"Third", el tercer album de la banda (valga la redundancia), bulle y sale a la superficie con una naturalidad sombría, del primer al último tema. Digo: si hubiera una banda que se acoplara a un movimiento musical de fusión en los '90, y luego se disolviera en el silencio, ningún retorno a los estudios sería más sorprendente que éste. ¿Por qué? Porque pese al éxito, a lo ajustado de su tónica, no se trata de más de lo mismo, y es que en definitiva sus integrantes fueron cambiados por diez años de vida.
"The pace, the time,
I can't survive
It's grinding down the view
Breaking out which way to choose
A choice I can't renew"
"The pace, the time,
I can't survive
It's grinding down the view
Breaking out which way to choose
A choice I can't renew"
Dice "We Carry On", y es que del '98 al '08 hay un salto abrumador. Más aún: de "Dummy" (el '94) a entonces la distancia marea. No es que haya pasado tanto tiempo, pero pasaron muchas cosas.
"Ok Computer", "Turn on the bright lights", y los proyectos personales de cada músico, todo presente. Beth Gibbons es el componente más reconocible de la banda. Después de todo, es explícito que intentaron no usar un solo instrumento que hayan usado antes. Ella, tan vulnerable como siempre sonó, una poetisa removida, firme e inconforme. Todo su lirismo sentido se viste, esta vez, de sonidos lívidos y poderosos, los de "Third", creo yo el más eléctrico y existencial de los tres discos. La fragilidad semi-fingida que siempre supo entregar Beth, Barrow con esa batería eléctrica monstruosa, el teclado envolvente de Utley, todo monta el escenario para que la melodía sea el personaje de la saga oscura que relata el disco, visualmente palpable desde los cielos rotos en "Hunter" al simil en los sintetizadores analógicos de "Machine Gun". Si un asombro se fuerza al escuchar esta banda, es lo difícil que resulta imaginar algo que falte, o que sobre, en cada cosa que hallan hecho.
Me sobran palabras. Lo sé. Entonces la propuesta es que miren ésto [concierto del 2008, Prive, un canal francés] Beth, con cuarentitrés, sosteniendo el micrófono con la misma intimidad de diez años antes (extraño el cigarrillo...) Barrow alucinado, fundido al ritmo y ofreciendo una cuota de distorsión justa. Adrian Utley soltando unos acordes espaciosos, fungiendo de bajista y tecladista, lanzando bases anchas y caminos melódicos oscuros.
Portishead se reinventa, vuelve de los '90 y exorciza todo lo que haya podido parecerse a Massive Attack y la escena de la vanguardia Europea de aquellos años.
Krautrock y post-punk. Trip-hop y electrónica. ¿Importa? Escuchen el disco. Ninguna palabra representa la música. Arrancamos este blog y afirmo que este es el ejercicio más vano y envanecido de todos.
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