miércoles, 31 de mayo de 2017

Lift to Experience, "The Texas-Jerusalem Crossroads" (2001)



"Don't you boys know nothin'? The USA is the center of Jerusalem."
 

Cuando empezaba el nuevo siglo en uno de los periódicos de la ciudad dominante, Buenos Aires, se publicaban dos notas sobre: Black Rebel Motorcycle Club y Lift To Experience, noveles bandas norteamericanas que la industria musical lanzaba y que en los dos casos se referenciaban más sobre el rock británico que de los USA.
En el caso de Life llamaba la atención en las fotografías publicadas su aspecto de cowboys, de yanquis del sur "atrasado" según uno imagina. Pero leyendo de a poco entrevistas y notas de los medios especializados sorprendía su reivindicación del indie inglés anterior. Sus aspectos toscos daban más cercano a Neil Young o similares, que a las introspectivas, ruidosas y narcotizantes referencias inglesas. Sorprendían citando entre sus referentes a bandas como My Bloody Valentine, Ride o Cocteau Twins!.
Del único disco que editaron en 2001 se asienta su sonido de océanicas guitarras. La voz de Pearson musita sobre apocalipsis e imaginerías religiosas, mientras la idea de un largo viaje de ensueño se apodera del oyente que acepta el convite al doble album.

En mi experiencia personal, podía reconocer en "The texas-Jerusalem crossroads" a bandas anteriores como las nombradas. Y más todavía, desde el lejano 1977-78 que siguió al punk y al postpunk y que fue hilando distintas camadas de escenas y músicas que pretendían salirse de la medianía que la industria ofrecía.

En el caso de este album la personalidad de la banda le insufla misticismo a una clásica formación de guitarra, bajo, batería que a lo largo del disco se armoniza en un sólido y punzante orden sonoro, que comanda el vuelo para despeñarse por instantes en pozos profundos y reflujos celestiales pero siempre nocturnos, marcianos.

Como un sueño extraordinario, largo, oscuro y vertiginoso transcurre, adherido a sus juego de voces flotantes, este disco que no dejó de ser recordado y escuchado nunca por el escriba a lo largo del tiempo.

Ruben Detroit

Just as was told [FLAC]


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martes, 30 de mayo de 2017

Portishead, "Third" (2008)





"Esteja alerta para a regra dos três:
O que você dá retornará para você.
Essa lição você tem que aprender.
Você só ganha aquilo o que você merece"

"Sé consciente de la regla de tres:
Aquello que das te será devuelto.
Esta es una lección que tienes que aprender.
Solo obtienes aquello que mereces."


Diez años.

Desde el mítico concierto en Roseland ("Tierra de Rosas") diez años.
Portishead, banda hoy perimetral, noventosa, fácilmente ignorable, ahí está: diez años después de un concierto digno de su fama produciendo un nuevo disco.
Eso fue hace diez años.

¿Seguimos contando?. Nah. Vamos a la música.

"Third", el tercer album de la banda (valga la redundancia), bulle y sale a la superficie con una naturalidad sombría, del primer al último tema.  Digo: si hubiera una banda que se acoplara a un movimiento musical de fusión en los '90, y luego se disolviera en el silencio, ningún retorno a los estudios sería más sorprendente que éste. ¿Por qué? Porque pese al éxito, a lo ajustado de su tónica, no se trata de más de lo mismo, y es que en definitiva sus integrantes fueron cambiados por diez años de vida.

"The pace, the time,
I can't survive
It's grinding down the view
Breaking out which way to choose
A choice I can't renew"

Dice "We Carry On", y es que del '98 al '08 hay un salto abrumador. Más aún: de "Dummy" (el '94) a entonces la distancia marea. No es que haya pasado tanto tiempo, pero pasaron muchas cosas.
"Ok Computer", "Turn on the bright lights", y los proyectos personales de cada músico, todo presente. Beth Gibbons es el componente más reconocible de la banda. Después de todo, es explícito que intentaron no usar un solo instrumento que hayan usado antes. Ella, tan vulnerable como siempre sonó, una poetisa removida, firme e inconforme. Todo su lirismo sentido se viste, esta vez, de sonidos lívidos y poderosos, los de "Third", creo yo el más eléctrico y existencial de los tres discos. La fragilidad semi-fingida que siempre supo entregar Beth, Barrow con esa batería eléctrica monstruosa, el teclado envolvente de Utley, todo monta el escenario para que la melodía sea el personaje de la saga oscura que relata el disco, visualmente palpable desde los cielos rotos en "Hunter" al simil en los sintetizadores analógicos de "Machine Gun". Si un asombro se fuerza al escuchar esta banda, es lo difícil que resulta imaginar algo que falte, o que sobre, en cada cosa que hallan hecho.

Me sobran palabras. Lo sé. Entonces la propuesta es que miren ésto [concierto del 2008, Prive, un canal francés] Beth, con cuarentitrés, sosteniendo el micrófono con la misma intimidad de diez años antes (extraño el cigarrillo...) Barrow alucinado, fundido al ritmo y ofreciendo una cuota de distorsión justa. Adrian Utley soltando unos acordes espaciosos, fungiendo de bajista y tecladista, lanzando bases anchas y caminos melódicos oscuros.

Portishead se reinventa, vuelve de los '90 y exorciza todo lo que haya podido parecerse a Massive Attack y la escena de la vanguardia Europea de aquellos años.

Krautrock y post-punk. Trip-hop y electrónica. ¿Importa? Escuchen el disco. Ninguna palabra representa la música. Arrancamos este blog y afirmo que este es el ejercicio más vano y envanecido de todos.

JMO

Nylon Smile [FLAC]


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